Hay frases que resultan trascendentales por el impacto que crea en una audiencia, esto se debe al mensaje contundente que transmiten, lo más curioso es que simplemente ponen de manifiesto comportamientos o actitudes repetitivos de la misma sociedad, pero expresado con palabras precisas que en conjunto provocan una gran reflexión.
A este tipo de frases se les reconocen como proverbios, refranes, dichos, entre otros términos que hacen alusión al fenómeno antes descrito. Hay quienes consideran que tienen sus semejanzas y diferencias, pero para el común de la gente se trata de lo mismo. De todos modos, lo relevante no es cómo se les llamen, sino el valor en sí que poseen.
Hay muchos refranes de los cuales se desconoce su lugar de procedencia, fecha de origen y respectivo autor, pero hay otros tantos que según algunos registros documentados dan indicios de sus posibles nacimientos. Entre todos los dichos, resaltan aquellos que provienen, están inspirados o se ven reflejados en pasajes bíblicos, esto les da una connotación espiritual que les suma importancia.
Veamos algunos de ellos:
“El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” (Juan 8:7), esta es la célebre frase que dijo el mismo Jesucristo cuando tenían la intención de apedrear a una mujer adúltera, no obstante, luego de pronunciar tales palabras, fueron cayendo una por una las piedras y se iban retirando; al final Jesús le pregunta a la mujer “dónde están todos? ¿ya nadie te condena?”. Definitivamente es una gran lección que frecuentemente deberíamos recordar.
“A Dios rogando y con el mazo dando”, en el libro de Los Proverbios se habla mucho de los perezosos y la relevancia del trabajo. “El ocioso desea y nada alcanza; mas el diligente y trabajador prosperará” (13:4). Pablo también es enérgico con este tema, por ejemplo indicó “Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10).
“No hay peor sordo que el que no quiere oír”, Jesús les indica a sus apóstoles que les tiene que hablar con parábolas, pues por mucho que les explique directamente los misterios del reino de los cielos, no lo ven y aunque escuchen no lo oyen, más aún no lo entienden. En varios fragmentos de los evangelios se puede notar la insistencia que Jesús reconoce sobre la ceguera y sordera que tiene la humanidad.
“El que a hierro mata a hierro muere”, tal como cuando Jesús dice “vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán” Mateo 26:52
“Nadie es profeta en su tierra”, algo similar es nombrado en Lucas 4:24
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